Nuestra última lección está dedicada a Jorge Manrique (1440-1479) y sus Coplas por la muerte de su padre.
He aquí un fragmento:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Estas coplas son una elegía, es decir un poema de lamentación en honor a su padre recién fallecido.
Se trata también de una reflexión sobre la vida, la fugacidad del tiempo y las dificultades a aceptar la muerte. Su carácter filosófico explica el alcance universal de la obra y su éxito a través de los tiempos. Paco Ibáñez, por ejemplo, hizo una versión cantada de las Coplas.
Las Coplas constan de 40 estrofas, que son coplas de pie quebrado o manriqueña. Son sextillas (6 versos). Los dos primeros son octosílabos y los otros cuatro tienen 4 o 5 sílabas. Manrique une dos sextillas en cada copla, lo que da estrofas de 12 versos.
Para los temas graves, se solía usar el arte mayor (o sea versos de más de 8 sílabas) pero aquí, se trata de desprenderse de la tradición para crear un poema espontáneo y con mucho ritmo, quizás para imitar los llantos y los movimientos del alma que está triste. El uso de los encabalgamientos acentúa esa impresión.
Las rimas son todas consonánticas, de tipo ABCABCDEFDEF.
Las Coplas constan de tres partes:
- La vida en la tierra
- La vida de la fama (otro poeta medieval, Berceo, había evocado ya este tema)
- La vida eterna
Manrique desarrolla tópicos literarios tradicionales de la Edad Media:
- Tempus fugit: el tiempo pasa, inexorablemente
- Contemptus mundi: el desprecio del mundo. La vida es solo sufrir
- Vanitas vanitatum: los placeres del mundo no sirven para nada porque vamos a morir
- Carpe Diem: hace falta disfrutar de la vida
Los dos últimos tópicos se usarán también mucho en el Renacimiento, y en eso podemos decir que las Coplas representan una transición entre ambas épocas.
En el fragmento que proponemos, se desarrolla el tema de la “muerte igualadora”, es decir que todos somos iguales ante la muerte.
Además, Manrique supo cómo nadie expresar sentimientos sumamente personales, y en eso radica su modernidad.