Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había.
Estaba la mar en calma, 5
la luna estaba crecida;
moro que en tal signo nace,
no debe decir mentira.»
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía: 10
«No te la diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho 15
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto pregunta, rey,
que la verdad te diría. 20
«Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!»
«El Alhambra era, señor, 25
y la otra la mezquita;
los otros los Alijares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día 30
y el día que no los labra
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas, 35
castillo de gran valía.»
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
«Si tú quisieras, Granada,
contigo me casaría; 40
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.»
«Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene 45
muy grande bien me quería.»
Este romance es un romance fronterizo muy famoso.
Consta de tres partes:
La primera parte (verso 1 a 10) nos presenta a uno de los personajes del romance: Abenámar. Abenámar es un moro que según parece, nació en circunstancias que hacen que se trata de una persona especial. Comprendemos que en esta primera parte, está hablando alguien, pero no sabemos quién.
En la segunda parte (verso 11 a 36), responde Abenámar que completa su presentación. Su padre es moro y su madre una cristiana cautiva, lo que es un detalle histórico importante para entender la mentalidad de la época. Además, notamos que Abenámar es moro y es su madre cristiana quien le transmitió el “no decir mentiras”. Es verdad que en aquel entonces, los musulmanes tenían fama de mentirosos. Por fin, nos enteramos de que su interlocutor es un rey castellano Juan II. En este diálogo, el moro describe los principales monumentos de Granada. En la época del romance, Granada era el último bastión musulmán en España. El romance concluye con la declaración de amor que le hace el rey de Castilla a Granada, proponiéndole en dote las ciudades de Sevilla y Córdoba, reconquistadas en el siglo XIII.
Pero Granada contesta que es muy feliz siendo musulmana ...
Este poema es sumamente conmovedor, porque mezcla los géneros fronterizos y líricos. El diálogo final entre el rey y Granada es un recurso bastante inédito que da una tonalidad particular al poema. Además, las frases exclamativas, las repeticiones, las preguntas dan un ritmo muy especial al romance.
Existe otra versión con ocho versos adicionales que explican que como Granada rechaza la petición de mano del rey, este decide lanzar una ofensiva para conquistarla. Claro, sabemos que Juan II no consiguió conquistar la ciudad, ya que son los Reyes Católicos quienes finalizaron la Reconquista con la toma de Granada en 1492.
Hablara allí el rey don Juan,
Estas palabras decía:
-Échenme aquí mis lombardas
Doña Sancha y doña Elvira;
Tiraremos a lo alto,
Lo bajo ello se daría.
El combate era tan fuerte
Que grande temor ponía
Los versos tienen una asonancia en i-a.