En 1517, en Alemania, Martín Lutero empezó un movimiento de protesta dentro del ámbito de la Iglesia Católica.

Aprovechando el invento de la imprenta, se empezó a fomentar la lectura de la Biblia en las lenguas vernaculas. De ese modo, la gente podía interpretar las escrituras por su cuenta, sin pasar por el intermediario del cura (= el sacerdote).

Por ejemplo, muchas personas se dieron cuenta de que los Evangelios no mencionan el culto a los santos o a la Virgen.

Este movimiento de protesta desembocó (=déboucha) en una ruptura que se llamó “protestantismo”.

En España, el culto a los santos y a la Virgen era y sigue siendo muy difundido.

Además, España es un país muy barroco, lo que contrasta totalmente con el minimalismo y la sobriedad protestante.

En España, el protestantismo no tuvo impacto. ¿Por qué? Quizás por un desfase cultural demasiado grande, pero también por la presencia de un tribunal cuyo papel era erradicar la herejía (= l’hérésie): la Inquisición o Santo Oficio de la Inquisición.

Este tribunal fue creado en 1478 por los Reyes Católicos para vigilar la buena moralidad cristiana de los súbditos de España, en particular los recién convertidos judíos y musulmanes. Pero se aplicaba a cualquier tipo de herejía y también a fenómenos como la brujería (= la sorcellerie).

La Inquisición existió hasta 1834.

La Contrarreforma

A raíz del movimiento emprendido por Lutero, la Iglesia Católica reaccionó con una serie de concilios y reformas que abarcaron un período comprendido entre el Concilio de Trento en 1545 y 1648.

Concretamente, los principios católicos que el protestantismo ponía en tela de juicio (= contestait, remettait en cause) se reafirmaban.

En España, la Contrarreforma fue muy importante y se caracterizó en los elementos siguientes:

  • Multiplicación de las órdenes religiosas: capuchinos, carmelitas descalzos, jesuitas, etc.
  • Nacimiento de una corriente mística en la poesía con Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Ignacio de Loyola.